GEOGRAFÍA E HISTORIA
"Su pasión por viajar, dice Renan, es uno de los rasgos más brillantes del carácter árabe y uno de los que les ayudaron a poner su marca más profunda en la historia de la civilización. Hasta la época del gran ímpetu de la navegación española y portuguesa, en los siglos XV y XVI, ningún pueblo contribuyó tanto como los árabes a la amplia concepción del Universo y a dar al hombre una idea exacta del planeta donde vive, que es el requisito previo de todo progreso real" (Ernest Renán, Miscelánea de historia y viajes, París, 1.878).
Ya en el siglo IX los comerciantes árabes, que fueron los primeros en explorar esas lejanas tierras, visitaron China, África y el Norte lejano, lo que ahora conocemos como U.R.S.S.
El relato del viaje de un tal Soleiman escrito en el 851 y terminado en el 880 por Abu Zeyd, fue el primer trabajo que se publicó sobre China. Masudi (Hassan Ali Al Masudi), cuyo gran mérito fue reconocido por el mundo científico a finales del siglo XVIII, viajó a mediados del siglo X a través del inmenso imperio de los califas, de un extremo a otro. Además, visitó Ceilán, Madagascar y Zanzíbar. En su famosa obra "Pastos dorados" describe la naturaleza de los países que vio, "sus montañas, sus océanos, sus dominios, sus dinastías, así como las creencias y costumbres de sus habitantes".
Ibn Haykal Al Biruni, Idrissi e Ibn Batuta, son otros viajeros y eruditos autores de obras geográficas inestimables, que hicieron accesible a Occidente horizontes sobre los cuales nunca se había soñado.
Idrissi, que nació en Ceuta en el año 1.099 y que vivió en la Corte de Palermo, escribió un tratado sobre geografía para Roger II de Sicilia. "Durante trescientos cincuenta años, dice L.A. Sedillot, los cartógrafos europeos sólo copiaron este tratado con insignificantes variaciones".
Haremos una mención especial del Mapa Tamerlan Mundi de Ulug Beg, el nieto de Tamerlan y autor de las famosas tablas astronómicas que llevan su nombre. Cuando lo dibujó, se basó, principalmente, en los escritos de Nasr De Dine Thusi y en las observaciones de Al Koshadj. Este último, por orden de Ulug Beg, realizó un viaje a China y comprobó la media de un grado del meridiano y el tamaño del mundo.
Hablando de las cartas marítimas que elaboraron los árabes, Sedilio describe que pertenecía a Malem Cana, moro del Gujerat, a quien llevó como guía a Melinda. Otra carta, dibujada por el árabe Omar, ayudó a Al-Burquerque cuando navegaba por el mar de Omán y el Golfo Pérsico.
Posiblemente el trabajo de los sabios musulmanes contribuyese al descubrimiento de América. En una carta escrita desdé Haití y fechada en octubre del año 1.498, Cristóbal Colón nombra a Aventuez (Averroes), como uno de los autores que le condujo a adivinar la existencia del Nuevo Mundo (Navarrete: Colección de viajes y descubrimientos. Citado por Renan en: Averroes y el averroismo, Madrid A. Humboldot: 1.925. "Historia del Descubrimiento del Nuevo Mundo").
El número de escritores musulmanes que nos han dejado obras históricas es muy grande.
En el diccionario histórico de Kátib Tcheleb, llamado "Hadja Khalifa", se pueden encontrar varios centenares de nombres de historiadores famosos.
Los escritos históricos más antiguos se remontan a la época de los Omeyas. Uno de los primeros escritores fue probablemente Abu Minag, citado por Masudi en su obra "Pastos dorados". Murió en el año 130 de la Hégira (año 747). Los sabios occidentales reprochan a los historiadores musulmanes tener demasiado interés en informar de hechos y desatender las ideas generales y no hilvanar los acontecimientos de la historia. Este reproche quizá sea justificado, pero solamente en parte.
Verdaderamente la mayoría de los historiadores musulmanes no se dedicaron a construir esas amplias teorías que preocupaban cada vez más al pensamiento occidental, y que caracterizó a la ciencia histórica corriente. Más bien se consideraron como coleccionistas de información y archiveros para la posterioridad. Se abstuvieron definirse a sí mismos como intérpretes y jueces de hechos pasados.
Esta concepción de la historia difiere sin duda de la occidental. ¿Pero es esto bueno o malo?. Es discutible. De todos modos, es admisible que el autor que cumple con su deber de transmitir las tradiciones legadas a él, sin comentarios, ni críticas, muestra más sinceridad e imparcialidad que aquellos otros autores que nos presentan documentos que han sido censurados, corregidos o falsificados, según sus propias creencias.
Pero al decir esto, sería injusto acusar a los historiadores musulmanes de tener una mente estrecha y falta de juicio crítico. Al contrario, ellos consiguieron una gran fama por su amplitud de visión y despertaron interés por aquellas cuestiones que la historia occidental durante mucho tiempo consideró como fuera de su campo.
Por esta causa, la historia literaria ocupa un muy importante lugar en todos sus trabajos.
Es fácil comprender que aquí solamente podemos citar como ejemplo a unos pocos de los más representativos de este sin fin de historiadores musulmanes.