EL DESARROLLO DE LA CIVILIZACIÓN MUSULMANA
Son los califas omeyas de Oriente. Con quienes los historiadores musulmanes son con frecuencia injustos, los que tienen el mérito de ser los primeros en promover el desarrollo de la civilización musulmana. Los soberanos de esta dinastía no vacilaron en explotar cualquier tipo de talento que poseyeran sus súbditos, sin importarles su raza o religión.
Así fue como varios doctos, poetas y administradores, tanto cristianos como judíos, se encontraron muy próximos a los califas omeyas. Gracias a esta colaboración de elementos de diferentes razas y religiones en el Imperio, la literatura y las artes disfrutaron de un magnífico periodo de crecimiento en aquella época.
Los grandes poetas satíricos, Djarir, Farazdak y Al-Akhtal este último cristiano, adornaron la corte de Abdul Malik. Este califa, un mecenas, fue un gran aficionado a la arquitectura y a la poeta, siendo él mismo un poeta, y ordenó la construcción de la Mezquita de Omar, en Jerusalén.
Del brillante reinado de su hijo y sucesor, Al-Walid, que extendió el Imperio Islámico hasta la India, por el Este, y hasta Marruecos, por el Oeste, proceden esas obras maestras del arte musulmán: la gran mezquita Omeya de Damasco y la Mezquita de Medina.
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